cuando me das de comer tus palabras;
cuando te acercas a mi cuarto vibratorio
con la música del viento
y corres por mis poros;
me remontas,
como al equilibrio, la calma
y el gorjeo de las rosas, florece;
humedece mis labios,
labrando un camino al ministerio del silencio;
su aurora,
su fuego,
el rocío liberado del alma;
su dorado sacrificio,
lo sangro;
me brota de la lengua
y titilo en tu oído un eco análogo
que se ondula
y brilla junto al rumor de la noche…
La orgánica de las esferas
se transforma en sinfonía,
cuya herencia en nosotros se reconoce…
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