De impulsos eléctricos
vas llenándome los tímpanos,
mientras se va estropeando el aire
en pos de tu inyección de excesos;
me improvisas jardines de agua,
recogiendo mis aromas de lluvia;
mis bosques etéreos,
lloviéndose de ganas…
Amarrada a tu mirar, respiro;
a través de su dulzura, nos recolectamos,
en la inflorescencia del alma;
segmentos adheridos al silencio
inconmensurable,
uniéndose al grosor de pétalos y estambres
que declama el macrocosmos…
Tamiza el ojo del universo
toda expresión que convoca
la escala carnosa de una fantasía;
la tendencia a pulsar
una combinación de teclas
que suelta el río de atributos…
Simbiosis sin tiempo;
punto en común
que otorga las perplejas narraciones,
revelando la alusión de los dedos;
su canto,
en las venas, trepidando;
procurando salvar el precipicio
para el salto unánime…
Morir para sentirse vivos;
dueños de la noche,
sangrando oscuridades;
apuñalados por tanta luz,
por tanto amor
de eternidad y amplitud imparables…
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