Navegando
sobre los altos derroteros del silencio
que me embarcan en la dulzura sutil
que ondea en tus ojos,
vas llenando
de envites los balancines del sueño;
con ese vaivén desatado
que halla el cruce al movimiento azuloso
y me encumbra en tus dedos,
mientras salgo a través de ellos,
como un flash humeante
que emite tu manera de fluir en mí…
Zarpar tras el descubrimiento,
plena de un aire febril,
condensado en poesía;
sin rumbo,
para alcanzarte
donde quiera que estés,
convierte mi aplomo en algodones…
Regodéate de mi mundo;
de estos desastres naturales
que genero,
como un grandioso plasma de percepciones
del antojadizo paraíso celeste
al que me rindo,
donde me fundo;
a este desbordamiento
en gotas de brillo enmascaradas
para, al caerte, desprender de su centro
su ritmo profundo
y dejarte sin palabras…
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