Leyéndote
me llueven las ganas de perderme
en una noche de ensueño
interminable,
moviéndome dentro de tu sangre;
deslizándome a través de tu ser
para hacerte ver mis visiones;
los colores de mis violines estelares
que, por tu causa,
extienden su magia…
Con las palabras que escribes,
me impeles tocar tus extremos;
paladear tus dulces excesos;
hacerte receptivo a mis planes,
donde se gesta el despliegue de mis impulsos,
creando realidades…
El tiempo adecuado
se ha vuelto consciente;
convierte tus ojos en manos
en grados vibracionales
que despiertan otras partes en mi interior;
en el corazón de la constantes esenciales…
Cogerse del último abismo
me empuja, en cascadas,
a lo indefinido;
a las densidades del infinito
que me aseguran un puesto en tu mirar;
sin darte cuenta,
empujas la brújula de mis deseos
en dirección de tu mar…
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