Me atracas de noche,
desmesurado;
me despojas del tiempo,
su carga imperativa;
me quitas el sueño
y ruedo la tersura de tus ojos,
mientras el trinar de tu lengua lumínica
hace guiños a mi oscuridad
que no retrocede…
Laten caóticos los desvelos,
cuando me nombras
y, prescindir de tan mágico revuelo,
es insostenible,
ni siquiera en lo referente
a transitar la locura,
porque enloquecida busco tensarte las sienes,
dibujándote mis fantasías;
presentándote el asombroso placer
de coincidir con una energía pura e infinita;
electrificarte con mi imaginación,
desenrollando nuevas perspectivas;
salvaguardando la esencia en todos sus sentidos…
Dictándote una onda a través del aire;
diciéndote que tu oasis de soles
me emborracha;
arderte en el alma,
aversión insoportable de las sombras…
Te aseguras con tu elegancia
un lugar en mis retinas;
un instante que desconoce otra luz
que no sea la tuya;
que apaga y fulmina la antigua yo,
tan inmersa en tu polvo galáctico,
hallando su nuevo albor…
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