Frente al rumor despiadado del tiempo,
eres la pausa;
un vórtice del cosmos
que ve girar todo a su alrededor,
tornándose envolvente distractor de los espejismos…
Hondo y pacífico
el sonido de tu alma
se refugia en la luz que me penetra,
cuando los papeles se me hacen palabras,
cuando los gestos se me hacen palabras
y me despierta tu increíble amanecer;
la fortuna de comprender
que somos nuestros
y, de tus ojos, brota un mar de sortilegios,
engullendo mi corazón esmeralda
y me atesoras…
Adoro la forma en que me describes
con tu tan apacible calidez,
dándome de beber tu silencio,
alimentando mi espíritu
con el genuino efluvio de tu ser
y yo tan disuelta en la excelsa derrota
de verme, dentro tuyo, desfallecer…
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