Mis labios se disuelven
en tu silencio;
me tocas
y. sin saberlo,
no terminas de darme a beber
de la fuente de las maravillas;
una pizca,
un diminuto atisbo de luz
me basta
para despertar al animal de mi aire,
ráfaga hambrienta…
Se disuelven, también, mis palabras
y mis sueños copan el árbol de las estrellas;
sus átomos comparten su coreografía
con este alud inverosímil
que precipita sobre mi lengua…
Me llueve tu cósmico poema,
alado fragmento de mi propio infinito
que te doy a beber, a sorbos,
como poéticos suspiros…
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