A través del aire vas internándote,
como un fulgor activo,
adictivo
que me conecta con tu silencio;
tu noche me besa las pupilas,
las enciende
y, a garganta abierta, se contemplan
duplicados los destellos…
Consigues
alojarme el alma;
engarzarme al cuerpo
tu mineral divino…
Lo natural va enredándose a mi lengua;
embelesándome,
como un jubilo suicida;
un delirio amalgamándose
a la conmoción de saberme cerca;
nacerte en la boca y los iris,
como agua indómita;
sostener el temperamento del infinito
en lo que me haces sentir…
Cada terso rubor,
contemplando la ansiedad
suplicar por los hilos invisibles,
afínes a tu corazón
que, umbroso, afila su embrujo
con el brillo insaciable y ensordecedor,
volcándose sobre mí…
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