Cada profunda bocanada
con la que me insuflas
tu singularidad,
hace borbotear entre mis dedos
mil grafías de luz;
tu irreverencia es fascinante,
no se contiene,
me hace derrapar las vías alternas
y abarcar la curva
que me abre ese rumbo desconocido
que ronronea en mi mente
desde que le cambiaste el sentido a todo…
El suculento estallido abrillanta el silencio;
es que lograr aligerarse en tus ojos
es descubrir el privilegio de magnificarme
y, en la sublevación de los colores,
sostenerte la sombra;
dispersar lo irrevocable…
Mis líneas paladean
el refinado licor del infinito
y sus contorsiones reparten
las formas de la belleza
para que seas tú mismo,
quien las saboree cuando me leas…
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