Por cada palabra vestida de tu boca
asimilo mi oscuridad;
el silencio te dibuja
en la nota inadvertida,
ejecutada desde la partitura
de la soledad…
Como un sol implacable
en la agonía del mundo,
tu ausencia
cubre mi lengua
de una embriaguez amarga,
porque la noche se llueve a pedazos
sobre mí
y las palabras, ahora,
son negros cisnes
debutando en la escena desertora
de mi pluma…
Y me desnuda la claridad
de sus atuendos plateados,
porque las manos se han vaciado,
de ver morir los suspiros
y hasta mis ojos se extraviaron,
mientras el sueño desvanecía
en tu ventana…
¿En qué poema dibujé la intensidad
de los temblorosos espejismos,
consagrados a tu mirada?,
porque en verdad, ya sólo queda
un llanto acoplado
a la tumba de mis mariposas blancas…
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