Albergo mi sentencia en la punta del silencio;
su melodía inquieta derrite las palabras
y codifica los colores que manan
de los cristales acuosos
que me reflejan…
Paladeo una corriente de estallidos;
meteoros en la lengua,
accidental incandescencia
con la que te muestro,
alborotada,
mis deseos prohibidos…
Con tan sólo un tiro
me fundo al blanco de tu atención,
atusando la pasión que me bulle del pecho,
despojando la perversa simetría
que se agolpa al borde del labio
y que atiza el roce del fractal humedecido,
estimulando la siguiente sensación,
hasta que te descubro
dándole cuerda
a esta poesía de cristal…
Y es que, siempre, prefiero
ceñirme a tu tacto;
a la seda de tu embrujo;
narrar lo que nos conecta,
pareados,
sin tapujos;
asir la dimensión ideal
que nos invoca;
desde el primer instante,
suprimir el argumento de la sombra,
hasta que el vértigo se evapore
y seamos esferas en suspensión,
haciendo nacer la noche…
No hay comentarios:
Publicar un comentario