Indefinida la manera
con la que me deslumbras;
tan indescriptible esa facultad tuya
de desajustar mis esquemas;
desprenderme de lo establecido…
Se me escapa el norte,
como un trueno que propaga su acierto
en el corazón de la tormenta,
como un soluble relampagueo
que me hace llover a cántaros;
me queda claro
que eres peligro adictivo;
la escasa prudencia, modelando el delito;
la luz que determina las formas de la noche
y que sugiere la diversidad
ante la inmanencia del brillo;
disgrego las coordenadas cromáticas
que hilvanan la hipnosis
y se acicalan en mi lengua todos sus matices…
La esquiva amistad de tu desvelo, me escoge
y ante la captura, resisten los umbrales;
se estría el aire
con el revoloteo que explora
el salto de la chispa,
incendiando los cuartos azules,
moviéndome entre dimensiones,
erosionando el envoltorio, mostrándome distinta,
a todas luces…
Tengo en mis dedos el coraje de hacer arder el vacío,
herida de tornasoles
y me hace bien suspenderme en tu silencio,
empaparlo todo de mi condena contigo,
volverlo fuego;
vapor de flores imperiales;
mar solemne de destellos…
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