engañando a la necesidad de apartarse
y tu necedad,
revelándose a cántaros,
dejando que ocurra lo inexplicable…
Llueve sin piedad alguna
sobre los pies que agonizan
en la ruta que desorienta mis pájaros
y deja mi alma descolorida…
A tan sólo un paso,
negada de la verdad,
¿por qué callar
y no romper, en descalabro,
el desacierto?
Si todo el tiempo, habla de error,
¿por qué no hundir hasta el fondo el puñal
y asegurar la muerte digna;
el implorado adiós…?
Sólo queda improvisar
por darle una razón a esta huída;
sin conciliar la ejecución
que, aún, espera ser concedida…
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