Mi tacto ronronea;
se satura de la fricción huracanada
con las que le arrecias;
vuelan luciérnagas de diamante
y las paredes danzan con la oscuridad
que captura el vórtice del gusto;
el origen de la fantasía;
el éxtasis de lo confuso…
El instante en disolución total
riega el papel que nos recoge
y una multitud de rayos multicolores
se multiplica, sin tregua, en mi lengua
y se desata la euforia
que va rasgando mi piel y mi sombra,
con sobredosis de ti;
tu discurrir es un presagio de luz
en los toboganes de cristal iridiscente
por donde me estiro
y contacto contigo sin espacio ni tiempo;
se retuerce el infinito
para alcanzar la anatomía de mi silencio,
donde albergo la utopía
y alucino, en llanto,
modelando tus estrellas
que se cogen de mis pétalos sagrados
para moverse al compas de esta incidencia…
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