Con el eco de las mariposas
arremolinado en mi interior,
te escucho llamarme,
como un rastro ardiente en la penumbra,
guiándome a tu encuentro…
Me atrae tu intensidad que ondea la mía
y recoge la comunión verbal,
consagrada en silencio;
ay, amor,
aprenderme en ti
es como nombrar una flor
recién descubierta
o una galaxia que se desvela, repentina;
como una palabra nueva;
es ser sólo el comienzo
de algo distinto,
porque muero cuando brotas en mí,
como un escalofrío
y me recorres
y no existo más
sino, esparcida, en tu aliento…
Eres bálsamo lumínico,
curando todo lo que llevo dentro,
fortaleciéndome
y me dejas saborearte,
desatar los filamentos de tus sienes;
enloquecer contigo;
desalinear lo ya existente,
puliendo lo desconocido…
Somos esferas flotantes,
moldeando el flujo naciente del infinito…
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