Como un viaje mar adentro,
me atrevo a tu boca;
me interno,
susceptible al modo de tu balanceo;
al tono inconfundible que me acomoda
al sentir que pierdo noción de mí misma…
Me propinas aquello que despierta mi imaginación
y me inunda de una sensación inefable;
mis sonidos lunares califican con tus ojos
en plástico equilibrio,
ejecutando el contacto
que enciende el motor de tu lengua,
desplegándose
entre curvas y diagonales,
tremendamente pronunciadas;
acrobacias espigadas
que saborean la desmesura;
la travesura del silencio…
El vértigo insumiso
de los cuerpos que se trenzan
a golpe de péndulo
y que originan los más espectaculares preludios,
soltando ráfagas de brillo,
flotando entre anillos giratorios…
Como olas meciéndose en los labios del otro,
rompemos sus rebosantes impulsos,
a orillas de lo que somos
y se eleva el manantial del cosmos,
cayendo directo a este mortal aullido,
enraizado entre los vaivenes de un calor inquietante,
correcto y alocado
que acomoda la noche en un aguacero de insomnios;
al este de una tormenta de raíces transversales
que se subleva entre nosotros…
No hay comentarios:
Publicar un comentario