Se arquea la contextura
que te apoda Apolo
y la indulgencia,
haciéndome justicia,
desliza esta oscuridad,
que nos aúna
en su aposento de rebeldía,
afilando la atracción
para escribírtela en los poros…
Te leo
y quemo mis pestañas
por aprenderte más;
por acumular impresiones femeninas
que delaten el arraigo
al que me somete
el gusto irresistible por lo que das…
Tus formas
me fascinan;
me saben a poco
y me río sola
cuando me doy el gusto
de sostener tu fuego icónico…
La belleza de saberte mío,
se proclama
mi más destacado triunfo…
Y es que traigo
la voluntad en llamas;
el corazón en la boca
y el deseo alocado,
admitiendo que,
es todo lo tuyo,
lo que se me antoja…
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