Para impresionarte
no necesito la subrepción
ni su esfera arrebatadora,
ni la sucia comparación
y su cota de poca monta…
Sólo palpito
en este desertar de sombras,
derritiendo tus arenas estelares
con el agua de mi boca…
Patino por la sensación
que despierta una alianza alevosa
entre alientos;
un óleo de impaciencia,
perfilando la oportunidad
eterna de tu cobertura…
Se me insinúa
la confortabilidad
de la que tengo antojos
y recojo la hebra amanecida
para continuar,
tejiendo la sinfonía insidiosa
que va despejar mis sienes,
absorbiendo la atrocidad
de volver siempre al ronroneo
con el que animas cada momento
en el que me devoras…
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