Me acerco
al límite de tu poder
y, con el mero atisbo
de lo ignoto,
desentraño esa luz impermeable
que lo gobierna todo;
la ingravidez que me eyecta
hacia los fondos astrales,
cuya densidad
es un toque de alquimia
que convierte mi carne en joya…
Te escojo para poner a tono
el deseo que flota,
como la huella sísmica
en una reyerta sin precedentes…
Omisiva mi lengua,
aguarda la ocasión
para blandir la euforia
y desfogar su torrente
delante de tus ojos…
Aguanta la vibración
para reunir la armonía celeste
con tu boca y modular
un gemido dentro de otro…
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