En conformidad
con lo que adhiere tu corazón
y, sin menoscabo
de lo que te da el poder
sobre la totalidad de lo que soy,
créome extensible a tus pretensiones…
Me llevo tu piel
por los atajos de la noche
y me la pongo
en la oscuridad de los vértigos afines
para construir la estructura
de la concordancia
y su llamativa persuasión…
Entre tanta delicia,
sin censura;
con el descaro en acción
y su castigo inminente
por desacato;
sonriendo,
despierto tu sueño,
erogando el entrelazamiento
que procede…
Oh, Adonis,
me atrapa el acervo de tu lengua
y me consumen, el alma,
tus llamaradas poéticas…
Al sugerirte la anomalía
que te menciona lo eterno,
rueda el fulgor en tus ojos…
Y ágil,
en la fricción
que empuja los cuerpos
uno contra otro,
las luces abiertas,
tamizan la fortuna
de saberme asida
por tu estética demencia…
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