Sin pretender
vaciarme de lo que siento
ni apoderarme de la trama,
sino de alimentar,
entusiasta,
la aventura de tu reclamo
sin dejar nada pendiente
por suceder…
Cuido de mí,
formándome en tu tacto;
soltando gestos
en el ejercicio de transcribir,
abundantes, los solsticios
y, sacudidos
por la terrible torsión,
abrirnos a los mundos nuevos…
La tersa enredadera del sigilo
coge tu lengua profana
para insistir
en que pronuncie palabras
con las que puedo retractarme
de impedirles mudar de luz,
empleando exquisitas metáforas
para encontrar tu aliento
adherido a mi fantasía…
Tengo repleto el afán
de intenciones, contigo,
con la que pretendo
intervenir el espectro del alma,
abanicando los colores
con su gama en juego
y mantener, en vilo, tu sintonía…
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