Tanta luz,
atisbando mi apogeo;
tanto sol,
hundiendo mi apetencia,
mientras emigro de la carne
y nado tu horizonte;
tanta sombra, difuminándose
y tú, congeniando con mi noche,
amanecido campanario de los sueños,
congregándome a su santuario…
Tanto amor,
demasiado,
calcinando mi lengua;
tantas miras elásticas
alcanzando los pliegues de un espacio
colmado de letras temperamentales;
sinapsis,
generando la pulsión renovada de la sangre,
como un pabilo de intenciones
que excede su longitud,
amarrándome toda
a ti…
Violenta y servil,
me proporciono a tus ganas,
habiendo soltado, del silencio,
el alfiler que ensarta el celofán de la prudencia,
derritiéndose la excusa que aprieta
el afán del arrobo,
dejándote crecer,
como rizoma,
desde los ojos
al árbol de mi memoria…
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