Sostener la singularidad que te envuelve,
la noche oscura de tu mirada,
me conmueve;
es como reflotar palabras
con la entonación de un remolino celeste
y que la luz, afortunada de alumbrarte,
cautiva de tu amanecer,
se haga mágico borboteo
en mi lengua…
A pesar del tornasol,
me envío a flotar en el viento
y resuena la astucia en mi desafío de atraerte;
me supera…
Entre palmos de estrella,
lo que supones, se conserva intacto,
al licuar la estridencia,
sigue allí,
se anuncia,
revestido de un fonema de agua;
la humedad de mi avidez afín,
estalla
y mis dedos de charco,
salpican tu silencio…
Mi voz retoza entre suspiros
y mis ojos hundidos en tu embeleso,
llenan la soledad;
la memoria y el gesto,
inconclusos, desde siempre,
se abren a tu perfil
y se regodea la luna curiosa,
mirándonos relucir
entre acentos y pausas vertebradas,
sudando nebulosas,
compenetrados, alma con alma…
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