Tan pronto me aviento a tus ojos,
te confiesas partidario
de esta replica incontenible,
porque es inútil reprimir
este sentir tan poderoso que me puebla;
el hábitat de luz
que ha cultivado mi alma
y que tú, tan dulcemente, despiertas…
Voy a parar a las teclas de tu mente,
mientras compones la libre sinfonía
con la que me señalas;
me promulgas en ti
y tus líneas sostienen
las acrobacias del gesto,
alternando pausa y destello
para verme latir,
incontrolable;
sujeta a la coreografía de la fascinación
que te invade…
Mi lengua y su pirueta exaltada
se hace irresistible enclave
para admirarnos una a otro;
otro a una,
con un halo magnético
que nos ata al vals de la luna…
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