Saben también las sombras,
precipitarse a tus alturas;
transparentes,
se complacen,
mientras me rueda tu ambición
desde la nuca
por la espalda,
imprudente
y me mueve hasta su alcance;
tu mano me sorprende,
agitando mis ganas,
degustando su caída por mis laderas
que no te evaden;
se aloja el instinto en los carriles cercanos
y la alquimia colorea el brillo;
la aceleración de los latidos,
cuando la piel se guarda su pátina
en tu suavísimo tacto…
Me atrapas,
infame,
y te apruebo la voz
te apruebo el silencio;
lato, en clave de poema;
me exprimo el alma
sin escatimar fonemas,
impulsada por esta versátil llamarada
que enciendes en el fondo de mi lengua…
Se de tu extraño modo de frecuentarme,
fiel a mi extraña manera de celebrar
que me aproximas,
dulcemente,
y resulto, en tus líneas,
inevitable…
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