Las palabras sueltan sus esmaltes,
mientras resuenas en mi interior,
llamándome…
Voy a tu encuentro;
tus ojos me bañan
de tanta magia,
disueltos
y, en esta dulzura prima
que evacúa la torpeza de no saberme en tu alma,
nos hacemos hambre y poesía;
ávido paladar y dopamina;
conexión que reverencia los anzuelos,
al retratarnos sonrientes;
resuello humeante
de encontrar nuevos tonos;
de completar la baraja de los sueños
y repartirme entre tus poros;
penetrar tu silencio;
temblar contigo
sin dejar que el tiempo estorbe;
derretir la escarcha de la noche,
empujando tu luz en contra,
con lengua subversiva
y alcanzar la cima;
rendirme al rapto de tu cosmos
y, con soltura,
exhalar equinoccios
sobre sábanas de tinta…
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