Me atraes y lo adoro;
me impacta saborearte,
al perlarme los labios
con la cruenta envoltura del deseo,
mientras crujen las palabras;
rompiente de astros;
instante mimético…
Me arrojas a tu lengua,
como un verso acaudalado;
picadura que envenena la carne del silencio;
una especie de asesino,
robándome el aliento…
Tienes la magia de tu lado;
su halo concéntrico me entrega tus tonos,
alineados con los míos,
de tanto embriagarnos, de mutuo acuerdo;
compaginan, sin moderación,
el comportamiento de la sangre,
vector perceptivo
que empuja el éxtasis hasta el final…
Diseñas el caos;
ese barullo de estrellas,
vocalizando mi sensibilidad;
tramando esta sed demoledora
que curva tu forma de ocuparme;
derivas al margen, tu desembocadura,
masticando lo insólito
y, adherida a la herida,
que acuña mis letras de agua,
engarzo tu línea silenciosa,
sintonizando la frecuencia que modula
la psicofonía del cosmos…
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