Me posee el paradigma antojadizo
de ceniza y humo;
de flama y rescoldo;
y yo, bandida,
contorsionándome, siempre,
delante de tus ojos;
en una danza prístina,
hipnótica,
con la que me despojo del miedo
y consumo tu hartazgo…
A diario, este viaje planetario,
me concede otro giro
y tu prosa
me traslada por una nueva dimensión,
tomándome de la espiral que otorga
el curso incontinente de mi lengua…
Ardo,
pegada a tu oído,
contándote el secreto de mis aguas,
para que seas timón y zozobra;
atribuirte el mérito
de afilar la luz que se desata,
inundándolo todo
en un derrame argénteo…
Porque te sueña,
conmigo,
a toda hora,
el ángel de universo…
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