La noche me abraza
con todas sus estrellas
y de tanta dulzura
mi lengua
tira de un boceto de anatómico drama,
desfallece sobre el crisol de la luna
y vuelve a lanzarse,
sin tregua, contra tus pupilas;
a reinarte por un momento,
hundiéndome en ti,
trasmutada,
flotando en tu sintonía
para untarte este puro sentimiento,
salvándote,
como suave luz que resbala
las coordenadas de un presente en fuga…
Los cronómetros llegan a cero
y mi tacto se funde a tu roce,
en un intercambio de atracciones
que me hace
mojar mi voz en tu saliva,
sanar a sorbos el reflejo,
temblar en tu interior,
hasta expropiarte las razones…
Eres el enfoque al indómito recodo
que nos grita coincidencia;
la vibración conexa
del brillo en los ojos;
la fuente mágica
del verso polifónico que nos frecuenta…
Debería ahorrarme la palabrería para solo dedicarme a leerte. Porque es un agrado.
ResponderEliminarUn beso, Lunamar.