Tu palabra, completa, se derrite
en los dinteles de mi lengua,
respaldándome,
paladeándome,
perversa,
mientras su roce inverosímil
me anima a acercarte;
a quedarme en tu presencia…
Acudo a tu llamado,
porque es tentador tu silencio;
sacude mi habitación nocturna,
que rutila;
es atracción
pura
y esa tracción me lleva contigo,
desde mis dedos;
me hago poema,
vaporizándome ante tus ojos,
como un enigma de seda cósmica
que exuda la razón de la sinrazón;
la exótica fantasía,
tragándose lo inapelable
que me pinta de golpe en tu voz,
mientras me lees el rojo deseo entre líneas…
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