La palabra del tiempo
me acomete con su evidencia exhaustiva;
la arguye,
mientras surca la noche,
y su bucle inexorable me traslada
a su vertiente infinita…
Crecen nenúfares
bajo el cristal de su amparo
y, desahogado
en la insinuación que proyecta,
como un camino abierto
después de aquietar la premura,
se va aclarando mi silencio,
su oscuro destello cimbra,
alojado en la herida,
oculto, tal vez, de tanto desangrar firmamentos…
Y aquel abismo dibuja tu esplendor
y me veo caer,
por él,
rodando,
tras predecir la excitante exposición
del peligro que flota,
terso,
humeante;
su transparencia torrencial me sacude,
dejándome girar en tu sentido,
sólo para volver a embriagarme
del vuelo naciente;
así como se ofrece, dulcemente,
a cada pájaro su nido…
miércoles, 16 de junio de 2021
Anónima
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