¡Qué villana distancia!
¡Cuánto mar de concreto,
queriéndome sofocar las ganas!
Y yo me sumerjo
en la espesura de esta pausa
que abrillanta los colores de sólo pensarte,
para tallarte esta llama loca
que encandila mi esencia,
mientras la noche me traga
y la luna me aclara el llanto
con la despistada certeza,
ahogándose entre sombras…
Mi luz subsana
y transfiguro;
me muevo a través de tu influjo;
tus anotaciones gotean con tinta negra
y su danza aprisiona mis dedos,
devora los juicios
y degusto el garbo original de tu poesía,
lo mastico con apasionado deseo,
cohesionándolo con mi propia saliva
y te canto, de nuevo…
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