He debido transitar la ausencia de lado a lado;
perpetrar el laberinto que me exuda;
ver el apetito refundar
la geometría de un espasmo
para verte flotar,
brotar desde el más profundo precipicio;
saborear la reacción que me pone en tu lengua
cada vez que te recreo en la penumbra;
la sombra entumecida,
descalzarse su cruel arquitectura;
la piel de los huesos congelarse;
y tiritar el silencio
desbloqueando la sed del agua,
desbordándose sobre mi aire
en el gemido de las ondas
que pintan la escena psicodélica
con la que me invocas,
siempre envolviendo mis cicatrices,
ahogando de luz mis raíces…
Ahora no tengo otra cosa que tu voz
enclavada en el cuerpo;
su diáfana cobertura,
esmaltando los muros transparentes
que resisten la expansión de mi universo…
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