La aleación de sal y arena;
de piedra y estallido,
te cuentan de los colores rotos;
de la luz encapsulada
que flota para alcanzarte los poros;
del deseo iridiscente de arrojarme
a tus profundidades
y tragar la distracción de lo tangible…
Me llueves desde la tierra
donde se torna el suelo inmarcesible;
mis manos son raíces,
que crecen desde tu altura;
el cenit encandilando mi frente,
nombrándote, a cántaros,
entre pétalos de luna…
Te baña mi interior,
anidando nocturnos girasoles
que te persiguen,
tengo el silencio ardiendo en los labios,
mi corazón, pidiéndote a gritos…
Salta conmigo
la hora ha llegado,
cuélgate de mi noche que exhibe
sus rubores de plata
y contempla cuánto
mar adentro me hace agua…
No hay comentarios:
Publicar un comentario