Escucho el rugir de la luna,
perdido en la espiral energética
donde siento derretirme,
tu figura;
mi oscuridad al viento
ahogarse en el intervalo inverosímil
que conecta el desacato
al clavijero de mi lengua,
tu propia rebeldía…
Afino la melodía
y se enciende una danza de nebulosas;
te doy el silencio ondulado,
perpetuándome contigo,
mientras te llama
el vapor de esta mística alquimia...
¿A qué me saben tus ganas?
al dulzor envenado del ocaso;
al pacífico color que te resuena en la memoria,
la hierba salina de tus raíces…
Hay una pugna resbalando por mi espalda
y la tentación frotándose las manos
al calor emergido del roce
en estática explosiva…
Estímulo de luz,
rodeando mi garganta,
fluyendo por mis venas,
tatuando mi poesía…
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