Distraída del vínculo indisoluble
que me susurra al oído
lo transitorio,
vuelvo a convertir, mi ser, en brillo;
a consentir las expresiones
que me conectan con tus ojos…
Cada noche,
voy allanando la luz que me rodea,
el insomnio que se cuela
con su invierno inmensurable;
convirtiendo en aire
la elegancia de un desliz;
socorriendo la forma múltiple de acontecer…
Qué insospechable la magia
que bulle dentro mío,
el sorbo enfático del revés,
como una latitud perdida en el silencio
que pinta un sinfín de panorámicas…
La música inhalándome hasta el alma,
volviéndome sinuosa manifestación;
preludio de un recuerdo…
Me recibes y siento el vendaval arrasando;
ese letargo
que ahoga el instante, morir,
mientras me descubro,
triunfante, entre tus labios…
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