Cuando soplas la luz,
me permites entrar tu cuerpo,
disolviendo el cristal que nos separa,
fulminando la distancia,
el tiempo;
me haces espacio entre tus dedos,
me resbalas,
moldeándome a tu gusto,
saboreando la interfaz
que pregona la intención florida,
esencia y melodía de lo que soy;
raíz astral que nos entrelaza…
Me escoges y desvanecen
miedo y ansia;
sofocas mi sed confusa;
deslumbras al movimiento
que me aborda,
insumiso,
y desando la ironía de estar lejos;
me haces destello que sostiene el instante,
el atlas de todos tus sentidos…
Soy contigo, en respiro simultáneo,
mientras escribes;
acorde y armonía;
canción celeste…
Me recurres, ávido,
sin enterarte
y yo te entero;
me llegas desde siempre
y también escribo para hacer tangible
ese silencio tuyo por el que muero…
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