Me ha sorprendido la noche,
hundida en mí,
vibrando;
abstraída entre tu imagen y tu palabra;
exaltada;
con el liento deseo en la boca
y las caóticas latitudes de mi mente
elevadas al máximo;
rasgada el alma en un centelleo indómito,
actuando en la agitación de mi lengua
y la atmósfera giroscópica,
trazando sus líneas
en la estridencia de la luz…
No me resisto articular la respuesta;
es la eléctrica cicatriz,
desangrándose,
murmurando, a viva voz,
entre los rayos con los que me marca,
desde siempre,
tu indeleble transmisión...
Y qué hay aquí,
sino un momento de gracia…
Aspiro todo el temporal
con el que me vuelas la cabeza,
aventándome al delirio del tiempo;
flotando en la brillosa estela
que deja llovidos mis versos…
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