Ineludible tu tacto
de agitados firmamentos,
me trae el sabor de la luz recién nacida,
coloreando la quietud sin freno;
sus tintas elásticas acarician
los ángulos que duermen con sus destellos al aire…
Así, de repente,
el radar de mi poesía
confluye con tus señales
y en los labios se me acomodan sus letras;
sus melodías brillantes arquean la figura del universo,
hasta hacer rozar con mi lengua su geometría
que, vibrante, esplende,
repleta de tu nombre,
esparciendo tu proyección sensitiva…
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