Entre tactos,
matices y aromas
se deslizan los húmedos sonidos
que escrutan mis emociones…
Bullen,
como un céfiro incendiario
abarcando, íntegra,
mi conciencia telúrica y sensitiva;
responden en actitud de guardián;
emulan silencios de musgo y madera;
consiguen atravesar vapor y polvo,
amparando mi piel sucesiva…
Me fusila su arsenal arborescente;
la eclosión que reverbera misticismo;
la noche sagrada del universo…
Vienen a mí en azul y rosa;
en abiertas geometrías
que, de par en par;
se vuelven latido violeta;
paladeo del tiempo dormido;
presagio y promesa…
Entonar la luz;
abandonarme en la virtud del sosiego,
me concede un sorbo magistral
que no basta para enseñarle al mundo
lo sublime de su potestad…
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