Sujeto a los pálpitos sutiles
que cuelgan del silencio,
te permites
contagiarme la velocidad que te reviste,
mientras paseas por la embriaguez
de cada sílaba que te conforma...
Soltarme de todo;
darme a beber la mágica poción
que enceguece las sombras
y enciende las cumbres de lo ignoto,
entre colores y brillos…
Encumbrarme y sucumbir conmigo,
despeñándote,
como un acorde impreciso
en las partituras de lo cierto;
un alarde de los réditos azules
que afianzan el latido del cosmos…
Volverme salvaje precipitación;
fricción sin acritudes
que me instala a la vera de tus ojos…
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