Creo en la ceremonia de tus ojos;
su santo fragor me hunde irremediable
en tus campanarios azules…
Tamizados se traslucen los planos atemporales
y el código luminoso de los espejos
es revelado por tu nombre…
Unges mi lengua,
tatúas mi frente
con el sello impalpable de la noche…
Nos congrega su brillo
y me veo crecer desde tu centro…
Es sangre y delirio
esta gradualidad insistente
que me hace temblar de gozo,
mientras avanzo
esculpida en tu empuje de agua liberta…
Hasta mi sombra
desfila sobre los pretiles del viento,
engarzada a tus brillantes emblemas…
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