Tus ojos resoplan arcoíris
que embeben el énfasis de mi todo…
Con qué propulsión consigues
arremeter mi geografía…
La explosiva insinuación
nutrida de tu paso,
insiste en morder mis relieves;
con sus bosques subterráneos me confina
a un hábitat de luz,
de lluvia y auroras,
de códices azules,
cuyo leve roce aturde mis sienes…
Mis rosas de plata se extienden
en tus suelos transitorios
sin minar ángulo de enlace…
Permisivas se tornan
mis raciones incendiarias
y placentero
este vaivén de soles y carne
que me encandila
con sus cascabeles de agua…
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