Una pista vislumbra las colinas,
un recreo de espaldas solares
que tensa la sombra
para adentrar mi saliva con armonía salvaje…
Un torreón de cristales se disuelve
y mil bosques de espuma lamen
las orillas sin tiempo…
El horizonte silente riega las arenas
y palpa un registro de ausencias;
el impulso infranqueable del silencio…
Nubes de luz filtrando mundos
a través de tu lengua,
vistiendo edades etéreas
con sus efluvios de plata;
sirviéndole a mi alma
una copa de plenilunio eterno…
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