Cómo aletea mi pulso
habiendo desnudado la brisa
que te anuda los contornos;
atravesado tu silencio;
tatuado tu sonrisa;
mi luz, tus osados afluentes,
hasta hallar el túnel de los desvaríos;
la fiebre mística de lo arcano…
Imponente
me naces de las manos,
como un relámpago marino
que destina su efusión a mis suelos absortos…
Me nutres los ojos
de colores infinitos;
del albor sensitivo que me abre a tu ser…
Es que traes la noche colgada en el iris,
su balanceo hipnótico me quita la piel
y seduce la mudez del tiempo…
Refinados los reflejos
ondulan el paisaje
con sus burbujeos remotos,
acercándome la eternidad de tus mares
en un vuelvo simbiótico…
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