Adictos a tus líquidas teselas,
mis espacios se diluyen
en los enjambres multicolores
que les tiendes sin mesura…
Cada noche crece
de nuevo la tesitura del rayo
y sus cauces fulminantes
me purifican…
Sobre flameantes tejados
se extiende lo intrínseco de las geometrías;
la piel se hace aire
y tamizan los dedos los fractales cósmicos…
Trino maduro en el umbral arbóreo
de los espejos,
deslizándome la lengua;
el diálogo devoto de los girasoles
despierta la fuente tórrida
que nos funde las voces
al ángulo perfecto de las estrellas…
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