Una lluvia de pestañas flota
en el espacio sin tiempo…
El agua se hace erupción diminuta,
envenenada
por las gotas de una noche
que desnuda los espejos…
Saboreando, en silencio,
los secretos revelados,
impregnados de rubores marfiles…
Un surco remoto desmolda su transparencia
y muerde las lenguas afines
que sobrepasan toda línea divisoria…
Aguijonea las sombras
con imponente precisión,
inoculando luminiscencias…
Inmanentes se cuelan las voces del infinito
en una frecuencia de ángeles
que tienden sus alas como lecho misterioso
que nos alumbra la carne…
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