Es tu aire, vítreo instante
con el que me cobijas, en silencio;
la sensible caída del recuerdo,
mientras me cuentas tu pasado,
un bombeo de luz
sobre mis bajas defensas;
tu roce instintivo,
como poción de dulzura, emitida
sin darte cuenta,
la perdición deliberada de mis latidos…
Tienes en la lengua la juventud del ocaso
y mi noche colgando de tu saliva,
donándome el éxtasis,
como capullo único,
brillante,
latiendo;
una quietud distintiva,
danzando en la vibración del alma…
Crujen las aguas,
mientras mi cuerpo se derrite
y soy asombro;
pálpito de nuevo;
ensoñación del tacto,
floreciendo…
Todo por dentro son luciérnagas
y un charco de letras imposibles
va evaporándose al viento,
mientras sus partículas me dibujan
en un místico poema…
Tañe la rosa su aromado color
y me sumerjo en su canto;
me elevo
y, en plena escalada,
me vuelvo tierra humeante,
metamorfosis del tiempo…
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