Flotando,
girando,
en el remolino azul de tus ojos,
respiro la luz detrás del impulso
y, dentro,
el silencio,
acuna la flor gravitacional,
brotada del deseo
de llenarte de la fragancia
de mi real resplandor;
como un rumor de astucia,
incorregible,
te inundo el paladar
del placer de mi poesía;
rodeándote el corazón,
mientras la multiplicidad de los colores
se ajusta a mi saliva,
revolviéndome
en tu caleidoscopio interior…
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