Y es tu rayo de luz,
cayéndome encima,
argentado;
su irrupción sublime;
su precaución,
mientras le inhalo;
la perdición que me pronuncia,
mientras percibo
cómo te fundas en mi interior;
cómo te tomas mi lengua
y mis campanas se alzan,
mientras imperas;
me imperas
y saboreo el canto escondido del alma
acariciando mi cuello;
el terso color de un sonido a mi medida…
Incorpóreo filamento
que alinea las sensaciones
y pinta la flor de la noche
con los réditos solares…
Y somos árboles de plata,
bebiéndose el oxígeno del cosmos;
silencios de cobalto
magnetizándonos los ojos…
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